miércoles, 24 de diciembre de 2014

Noche Buena sin peixe en la mesa

Hace exactamente un año galopábamos en el Mola Mola rumbo Cabo Verde desde Canarias. Aprendíamos del mar, del Mola Mola y nos acostumbrábamos a navegar con viento y con olas, sentíamos como el Mola tenía vida propia, cómo aguantaba su rumbo deslizándose, apoyándose en las olas, mientras nosotros nos mirábamos sorprendidos. Vivíamos en el mar, celebramos noche buena y navidad haciendo la vida todo lo normal a bordo que permiten esas condiciones.
Hicimos 850 millas en 6 días, un buen salto y un buen entrenamiento para lo que venía por delante.
Pero las sensaciones no se cuentan por millas ni por nudos. La sensación de estar haciendo esto juntos y sólos es muy intensa y no la podemos describir.  La sensación de tener en la proa un destino desconocido, un país nuevo con su gente y su cultura, te crea un gusanillo que te hace sentir muy vivo. Engancha el movimiento continuo, el saber que siempre estas en viaje, aunque te quedes una semana o dos en un sitio agradable sabes que tarde o temprano levaras ancla, subirás la mayor y en la proa vendrá otro destino…nervios y explosión de vida.
Y así hemos llegado a esta esquina del Caribe, a San Blas en Panamá. Ahora nuestro patio de recreo son un conjunto de islas en el que hemos decidido pasar unos cuantos meses…o quien sabe!!
Llega NocheBuena y Navidad. A estas alturas pasamos bastante de la religión, pero…. la familia si que es una auténtica religión. Cómo nos gustaría poder trasladarnos ahora mismo a donde estáis, familia .En el Cortaficio, Ir a la cocina a ver que se que cuece, ir de vez en cuando a por un poco de leña, bajar al taller a ver que hace papá, ir a echar unos lances, degustar el orujo de Pedreito…en Santander, comer todos los días, y a cualquier hora, torrijas con la disculpa de que es Navidad y las de papá son las más ricas del mundo; esperar aún con los nervios de cuando eramos niños la mañana del día 6, quizás la más especial en casa, por la ilusión que pusieron siempre papá y mamá y aún siguen poniendo: el ritual de desayunar juntos sobre el mismo mantel  especial para la ocasión año tras año, y después, nadie se puede adelantar, tenemos que entrar todos al tiempo a ver los regalines  y pasar toda la mañana juntos en el salón enredando con los regalos de unos y de otros…siempre más con los ajenos que con los propios…..

En fin, Juntarnos todos alrededor de la mesa, levantar las copas y brindar. Ver como crece la familia y sentirse tan afortunado por tener una familia que se quiere de verdad y no se junta por compromiso. Sabéis que estaremos ahí…dando buena cuenta del vino. Os queremos!!!!

domingo, 14 de diciembre de 2014

Objetivo San Blas



De cómo se gesto la aventura: Objetivo San Blas

Por : Miguel, alias Mikele
Verán, todo se inicia un día entresemana de un ya casi agotado verano de 2014 en Santander. Quedo con Bea y Edu para despedirnos de nuevo y desearles suerte y lo mejor para la vuelta a su aventura de vivir. Del “Piénsatelo, Mikele, vente a vernos!”, pasamos (algún Rioja acompañado de queso después) al “A que no hay….”  y, finalmente (tras varias rondas adicionales), al “Me apuesto 100 pavos a que no vienes!”. Comprenderán Uds que la provocación fue escandalosamente desafiante, estando presente dos de los más clásicos de la idiosincrasia española: (los c…..), la valentía y el dinero. No pude más que aceptar el reto y sellar el desafío con un apretón de manos. Acto seguido continuamos con el propósito inicial de nuestro apurado encuentro (nuestras agendas estaban al límite) y seguimos despidiéndonos “brevemente” cerrando algunos de los bares de la noche santanderina, no sin antes (cómo no ¿!?) doblar la puesta,….otro clásico.

Y ahí me tienen Uds varias semanas después, el 2 de diciembre para ser exactos, en un primer avión que me llevaría a Madrid y en un segundo a Panamá Ciudad donde aterrizo 15 horas después de salir de mi casa. Vuelo rápido y cómodo, la verdad, motivado por la ilusión de encontrarme pronto con mis amigos en el Caribe y posiblemente, no lo voy a negar, también por hacer el trayecto MAD-PTY en Buisness Class. Lo reconozco, se me fue de las manos, un pecado. Pero miren lo que les digo desde el asiento 12 D en clase turista del vuelo de vuelta, donde tras varios e infructuosos intentos de colocar brazos, piernas, cabeza y tronco no ya en una posición que me posibilite un mínimo descanso, sino que mis inverosímiles posturas no llamen la atención de un director de circo a bordo que sin duda me ofrecería trabajo como contorsionista. Además, la todopoderosa Providencia en su sabia y justa visión de la vida me bendice en este vuelo de vuelta con la compañía de 4 a 6 (perdí la cuenta) angelitos de diferente condición y sexo, todos ellos chiquitiiiiines y dotados de un canto desgarrador con el que reclaman, vete tú a saber qué, ahora sí y ahora también, a sus padres, a Iberia o muy seguramente la mismísima Providencia por lo mal que está el mundo. No sirve de nada lamentarse, pienso yo (no así mis dulces querubines), así que acepto con humilde resignación esta prueba y observo aliviado como el cargo de conciencia por mis pecados cometidos en la ida en Buisness se aligera en la misma medida que se van cargando mis lumbares. Al final, el sobreprecio ahorrado en la vuelta me lo tendré que gastar en masajes, lo que, bien pensado, tampoco me desagrada.

Vuelo MAD-PTY. Despues del leer el texto comprederán Uds que no tenga fotos del vuelo de vuelta.
                                 

Pero me estoy liando. Volvamos al relato de la aventura.


Aterrizo en Panamá Cuidad el mismo día 2 a las 17:45 h (correcto, 6 horas de mi vida quedaron en el aire a 10.000 metros) en medio de una lluvia torrencial, la típica en estas fechas, dice el comandante por megafonía. Con el aplomo del viajero experto, hago oídos sordos a cualquier interpretación dañina de esta lluvia de bienvenida y conservo la vista, por si a caso, y más que nada para no sufrir ningún percance de verdad.

Me alojo en el hotel Baru Lodge (nivel correcto) donde pasaría una primera noche prevista y una segunda no tan prevista, ya que el trasporte concertado para llevarme en la madrugada a la costa (y de ahí en lancha al MolaMola) no se presentó a recogerme (problemas mecánicos, ya tú sabe). Una vez más hice gala de mi pericia aventurera (y también de una calma que a mí mismo me sorprendió,… debe ser el Caribe, pensé) y aproveché este inesperado regalo (como posteriormente resultó) para conocer la cuidad. Visita obligada al canal de Panamá (interesante, por sus datos y dimensiones, pero sobre todo por su historia), subida al cerro Ancón (con 199 m punto más alto de la cuidad desde donde se tienen vistas panorámicas tanto al Canal como a la cuidad orientada al Pacífico), cerveza e interesante charla con mi driver Michael en una terraza de Isla Flamenco y paseo por el Casco Antiguo (quizás ya no tan antiguo por la influencia del negocio turístico, pero aún con algún que otro rincón escondido que evoca lo que en su día debió ser. Una vez más, me sorprendió (en realidad, no fue tanta la sorpresa) un chaparrón pasajero que no tenía nada de pasajero y mucho de chaparrón, por lo que compartí taxi con una pareja argentina (“argentinos, no porteños, cheeee, no confuuunda!!!”) y me fui de regreso al hotel.  Ahí,  un nuevo encuentro causal (o no tan causal) con María Rial (poetisa venezolana en exilio) me hizo disfrutar el resto del día con su presencia y con una conversación maravillosa sin fin. Gracias María, .… de nuevo.


Vista panorámica de Panamá Ciudad desde el cerro Ancon
                                    


Casco Antiguo antes del chaparrón.
En la siguiente madrugada, esta vez sí, me recoge casi puntualmente a las 5:30 am el 4x4 que me llevaría al norte, a la costa caribeña. Iniciamos un trayecto de 110 km, los últimos 40 de ellos por una carretera “casi bien asfaltada”, pero que sufre el peso de la soledad y el paso del tiempo. En un sube y baja, curva derecha, curva izquierda, atravesamos la zona selvática que nos separa del mar Caribe. Antes de quedar ambos mecidos en un “dulce-sueño-cabeza-desnucada-en-el-asiento-trasero del-yeep”, conozco un poco a uno de mis 7 compañeros de viaje, Juan Felipe Espinosa Builes, joven financiero colombiano que seis meses antes mandó todo a tomar por ahí para recorrer con su mochila, su guitarra y su chistera los EEUU, Méjico y Centro América. Ya de vuelta a su Colombia natal para reconciliarse con su vida (y posiblemente también con su novia), este muchacho de ojos vivos, pelo rizado y barba robinsoniana me transmitió una calma y madurez envidiables (no encuentro otra palabra) y me dejó con la duda de cuanto de ambas se lo debía a su aventura a punto de concluir.

                                     
                                                    Camino a la costa caribeña de Panamá.


Entrando en Guna Yala. últimos 30 minutos.

Juan Felipe Espinosa. Un crack!

Puerto de Barkasun. Si amplian la imagen verán a JF con su chistera.

Después de 2 horas “y pico” (es un decir) llegamos al puerto de Barkasun.  No se confundan, es el final de un camino de arena que se abre a la orilla de un río y que las lanchas utilizan  como “puerto” de embarque y desembarque de pasajeros, generalmente turistas, para llevarlos a las islas o a los barcos fondeados en la mar. Existen tres “edificaciones” de madera: una especie de oficina de los Kunas, un restaurante (entiéndanme) con mesas y bancos cubiertos que a la vez hace de sala de espera y, convenientemente separado de ambos, lo que podríamos llamar WC, éste sí con paredes de ladrillo, no recuerdo si con techo, pero estoy seguro que sin puertas. Tras una pequeña espera de “que-más-da-cuanto-tiempo” (fui el último en salir) llega por fin la lancha de Gustavio, mi capitán para el traslado. Tras navegar lentamente los últimos 500 metros del río salimos a la mar, Gustavio acelera y pone rumbo a Banedup, una isla cerca del lugar de fondeo del MolaMola. Según nos acercamos a mi destino final, confieso  a una muy alegre y sonriente chica noruega (sí, existen, y además morena) que yo estaba algo nerviosillo por encontrarme con mis amigos haciendo palpitar mi mano sobre mi corazón (el motor de la lancha era muy veloz y también muy ruidoso). Unos 15 minutos después me señalan en el horizonte al MolaMola y al poco rato veo a Edu sentado en cubierta y a Bea paseando a Neta a pocos metros en la isla de enfrente llamada Nuinudup que pertenece a la familia de Tella, la mujer de Anelio, ambos padres de Anderson, y todos ellos una familia de Gunas de lo más adorable, como poco tiempo después pude comprobar. 

Pero me estoy adelantando mucho.

Besos, abrazos y ladridos (de Neta) de bienvenida hacen desparecer rápido  mi  nerviosillismo y por fin los tres constatamos con caras sonrientes de incredulidad que, pues sí, me viene a San Blas. 

Objetivo conseguido!!

Highlights de San Blas

Antes de que se me agote el son caribeño (hace ya tres días, 36 horas de viaje de vuelta, un menú McDonald en Barajas (no pude evitarlo, …. aún no lo entiendo), casi 12 horas de sueño ininterrumpido, tarde de lluvia gris en Santander con calefacción a tope a 21 ºC y una velada de boxeo en la Albericia (créanme,… aunque a mí también me cuesta) que he vuelto de San Blas), he decidido abandonar el relato por orden cronológico. El tiempo en el Caribe existe, pero se pierde una y otra vez, hasta que uno lo único que final y felizmente pierde es el interés por buscarlo. De ahí que continuaré esta aventura de escribir ofreciéndoles lo más destacado, los platos fuertes (no se pierdan la sección gastronómica del Mola), las partes más memorables, en fin, “highlights” lo llaman nuestros amigos angloparlantes. Lamentablemente, temo que me quedaré corto en extensión y, sobre todo, en expresión. Lo siento. Dudo que sea capaz de poner en papel todas las imágenes, sonidos, olores y sabores que me he traído de San Blas. Intentaré hacerlo lo mejor posible, pero les ruego de antemano disculpen las ausencias, se quedaron grabadas en mi disco duro y no creo que las pueda sacar de ahí.  


Guna Yala

Así es como se denomina oficialmente el lugar de los hechos desde 2011. Anteriormente, esta comarca indígena en la costa este del Caribe panameño se denominaba San Blas hasta 1998 y Kuna Yala hasta 2010. En la lengua materna del pueblo Guna no existe el fonema K, por lo que el Congreso Nacional de Guna (http://www.gunayala.org.pa/) decidió en 2011 reemplazarlo por la G (y de paso también eliminar la T y la P de su alfabeto, … ya ven). Guna Yala está formada por una estrecha franja de costa panameña de 373 km de longitud y por 365 islas (curioso número, verdad?, si es cierto, claro, ref. wikipedia) de las cuales 36 están habitadas.

Hablando de islas (“dup” en lengua Guna significa isla, dato que les será útil recordar), pues sí, son lindísimas, paradisiacas, como quien dice y como servidor confirma. Miles de imágenes propias de anuncios de agencia de viajes, todas ellas superadas por la realidad.  Lástima que tampoco ellas, las islas, se libran de los desmanes de algunos no-civilizados y también se pueden ver envases de plástico varados en la orilla y lanzados al mar desde las embarcaciones “de recreo” que colonizan San Blas. No hay otra “civilización” responsable en San Blas, como luego verán. Por suerte la belleza del entorno es netamente superior, muy superior. 







Selección de Islas. Inagotable!






Guna Yala tiene costumbres y tradiciones muy arraigadas, tanto es así que el hecho de querer occidentalizarlas por parte de las autoridades panameñas provocó en 1925 una revolución a golpe de machetazo. Desde entonces esta comarca es prácticamente independiente. El gobierno panameño ha cedido las competencias para el autogobierno de los Guna y éstos acatan la legislación panameña (de esto último no estoy tan seguro). En cualquier caso, reina la convivencia pacífica y provechosa para los dos. Son los Guna gestionan todo, quien entra y sale de su territorio, lo que se puede y lo que no se puede hacer en las islas, todo ello pasando por caja, claro. Incluidos ellos mismos ya que también imponen una tasa para aquellos Guna que quieran salir  a Panamá Ciudad. Curiosa fijación por el dinero.

Echen un vistazo aunque sólo sea a wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Guna_Yala), hay datos interesantes.

Por mi parte añadir, mejor dicho, alabar las condiciones meteorológicas del lugar. De acuerdo, hay lluvias, bastantes, pero aún así, la temperatura ronda casi siempre los 25-27 ªC, incluida la del agua. Efectivamente, eso significa que se puede, y de hecho hemos estado, todo el día entrando y saliendo del agua sin diferencia alguna. La ropa sobra, como pude comprobar y disfrutar en alguno de los muchos rincones solitarios que existen. Llévense tres o cuatro traje de baño/bikinis para tener siempre uno seco y una, sólo una camiseta, para protegerse del sol de vez en cuando, más nada. Calzado? Por favor! Cuenta el Capitán Bones que más de uno llegó de vuelta a Panamá sin darse cuenta que aún seguía descalzo.


Mi casa en San Blas

Qué decirles del MolaMola? Ese veterano velero de 34 años de edad y 34 pies de eslora que con soberana seguridad y maestría ha traído a mis amigos hasta  su destino actual partiendo hace más de un año desde el lejano puerto de Santander. Fondeado desde hace unos dos meses en distintos puntos de San Blas, disfruta del merecido descanso del marino guerrero que sólo interrumpe ocasionalmente para cambiar de fondeo. Entonces despliega de nuevo sus velas, coge aire y vuelve disfrutar cómo un niño cortando la mar. Así lo viví y disfrute (antes de padecer el inoportuno mareillo del novato terrestre) cuando volvimos navegando de Coco Bandero a Banedup. Antes de claudicar tumbado en la cubierta, me vino a la mente la imagen de un experimentado elefante que en un balanceo suave y seguro lleva a sus dueños con todos sus enseres y seres queridos a sus espaldas a través de la selva azul.


El Mola en acción, de Coco Bandero a Banedup. Navegación dura, pero segura con viento NE que con Mayor a una driza y Génova da para una media de 6 nudos. (Has visto Capi?! Tomé nota.)


Ya más en plan doméstico, comentarles que el Mola (como lo llamamos sus amigos) dispone de todas las comodidades inimaginables, es decir que las que faltan ni siquiera uno se las imagina porque no las ve ni las echa en falta. Tuve la suerte de disponer del camarote del Capitán que habitualmente ocupa junto con su Segundo a bordo,… es lo que tiene la confianza,… la del capitán y la de ambos. En su techo tiene una estupenda escotilla que da acceso a cubierta de proa y que me ha proporcionado unos amaneceres imborrables al asomar por ella medio cuerpo y aún medio dormido refrescarme escuchando el viento de primera hora y contemplando como despiertan las islas y el mar. También ha sido una excelente vía de salida para mis escapadas nocturnas a cubierta cuando, llamado por la imperiosidad miccional ya casi habitual (me temo), me disponía a darle debida respuesta de pie en la borda sujetándome al estay de babor (según el viento) y disfrutando de la luna llena y de la brisa nocturna rodeando todo mi cuerpo. Lo dicho, la ropa sobra.


                    Imagen y sonido desde la escotilla de mi camarote: Amanece en San Blas (Cayo Holandeses). 

La cocina, la veremos más adelante. El WC, casi ni lo vi, no de lo coqueto que es, si no que me empezó a sobrar cuando descubrí la realidad de mi entorno natural. Uds me entienden. La ducha está localizada en la popa del Mola. Consta de una pequeña plataforma de madera y de una escalerilla que dan acceso al mar. No hay ducha mejor, créanme. Ya desde el primer día establecí la rutina matutina (soy limpiuco, ya ven) de bajar por la escalerilla, aún con la legaña puesta, sumergirme silenciosamente para no despertar a la tripulación  (especialmente a Neta, ….Bea y Edu saben lo que escribo) y unas brazadas después llegar a la isla más cercana donde remato la toilette matutina con el efecto exfoliante de la arena blanca y limpia. Un  paseo relajante por la orilla y ya está, listo, limpio y despierto. A mi vuelta el desayuno ya está listo. Lujo. Gracias, chavales.


Desayuno en la terraza del Mola: un Lujo!!!



Sería injusto en este apartado no darle su merecido espacio al dinghy “Cabo Machichaco”. Un prodigio de la construcción naval que sirve de embarcación de apoyo al Mola cuando las maniobras a realizar requieren agilidad y frescura. No se dejen engañar por sus escasos 2,4 metros de eslora,  1,35 de manga y su coranzocito propulsor, un motor pizpireta de 2,3 CV. Tampoco tengan en cuenta que ante una salida importante (es decir, todas) conviene insuflar aire en sus cámaras cariñosamente remendadas con el único fin de darle aún más estabilidad, si cabe, y de paso evitar el más que probable hundimiento-naufragio. Lo dicho, no se dejen confundir por estos detalles insignificantes. El dinghy “Cabo Machichaco” es un purasangre! He sido testigo de cómo afronta con valentía y fiereza la dura navegación con mar rizada mordiendo rabiosamente cada una de las olas que osaban chocar contra su proa blandenge. No importa que como consecuencia su tripulación reciba las cornadas mojadas de la mar en cara y frente. La admiración por la bravura del dinghy supera con creces este inconveniente salado. Cierto es que cuando, en contadas ocasiones, también recibes agua del cielo (por muy dulce que sea) la batalla pierde belleza y, por que no admitirlo, cierta alegría. Aún así, el dinghy “Cabo Machichaco”  siempre sale victorioso de esos lances y siempre trae de vuelta sanos y salvos a su bien más preciado, su tripulación, mojada o no. Exhausto, pero orgulloso, encuentra entonces su merecido descanso a la vera de su hermano mayor. Ahí, en su sitio, amarrado a la popa del Mola espera pacientemente hasta ser llamado para una nueva misión, siempre dispuesto, siempre fiel.
 
Abrazado al dinghy "Cabo Machichaco", fiel y valiente escudero.
 
El "Cabo Machichaco" en acción

MolaMola Gastrobar

La oferta gastronómica del Mola es soberbia! De hecho, planificar, cocinar y disfrutar los diferentes menús constituye una de las principales atracciones de la estancia en el Mola. Materia prima de calidad y elaboración magistral con toques improvisados logran siempre deslumbrar tanto a visitantes como a la propia a tripulación.


Haute cuisine en el Mola con el Chef Bones elaborando platos exquisitos: Langostas a la plancha y arroz con verduras y Jurel fresco del Caribe.




                                                     Cucina internationale: Pizza a Molanese

Langostinos al ajillo con cachelos al pimentón!!! Deliiiicia!!

Gran parte del mérito corresponde a la plancha “Los Peñucas”, bautizada así durante la elaboración de una espléndida cena a base de langostas a la plancha y arroz con verduras y Jurel que recreó en la cocina del Mola el aroma envolvente típico de este afamado restaurante del Barrio Pesquero de Santander. La versatilidad de esta plancha de hierro y el uso que de ella hace la tripulación son prodigiosos e inagotables.

Plancha "Los Peñucas" dándolo todo. Seguro que les llega el aroma .


Los vecinos

Son numerosos los veleros y catamaranes que fondean aquí. Todos ellos con tripulación e historia variopintas, si bien muchos de ellos comparten el gusto por haberse quedado estancado en  San Blas. De hecho, no es raro escuchar el testimonio de haber venido a pasar una semana de paso otros destinos y quedarse para un par de años. En una agradable comida compartida en Coco Bandero conocí parte de esta curiosa sociedad. Conocí a  Eduardo “Flaquito" Revuelta (hábil cazador de meros imprudentes y de origen riojano con padres cántabros, de los Revuelta de toda la vida y casa en la misma plaza de Vega de Pas!) con su pareja brasileña Adriana (todo amor y alegría), a Steven (corsario francés) con su muy alegre Sara colombiana, Vitorio y Vale (pareja italiana) con su hija Mila, un ángel rubio de 4 años.



                                                Vida social en San Blas. Tarde y comida compartida en Coco Bandero. 
La sociedad Guna que conocí es no menos curiosa. Ahí están Liza y Venancio, ambos Master Mola Makers y ambos de condición sexual quizás sorprendente (ella transexual y él gay), pero en cualquier caso irrelevante, ya que ambos destacan por su maestría en la elaboración de las Molas. La Mola es un tejido tradicional de formas geométricas hecho a base de superposiciones con diseños sacados de la naturaleza o de inspiración religiosa. Sirve de vestimenta tradicional para las mujeres quienes son las que las fabrican (bueno, aparte de Liza y Venancio), si bien cada vez más encuentra salida como souvernir turístico, lo que no deja de ser una fuente importante de ingreso para la familia guna. 
Ambos, Liza (que por cierto, es una celebridad local y tiene un documental sobre su persona de un canal TV francés) y Venancio, ambos entrados ya en cierta edad, también comparten otra afición que es la de dedicarse en cuerpo en alma (quizás más en cuerpo) a la “Chicha”, una bebida alcohólica elaborada a partir de maíz de jora. Tiene rango de bebida sagrada y es utilizada conveniente y abundantemente en actos ceremoniales, algunos de los cuales pueden durar varios días seguidos. Vi a Liza por primera y única vez un día de resaca entre una de esas sesiones espirituales y espirituosas.

Otro personaje guna a destacar es la “Chica del súper de Banedup”. La tengo que denominar así porque no sé cómo se llama ni tampoco cual es realmente su función en la pequeña caseta-tienda-bar que regenta en Banedup. No salimos de nuestro asombro cuando, por ejemplo, va a la trastienda para traer dos panes que minutos antes categóricamente había afirmado no tener, o cuando nos dice la cuenta final tras unos cálculos matemáticos imposibles de rastrear.

De compras en Banedup. Una experiencia siempre desconcertante.

Ha salido a por el pan!

Sin duda, mis Gunas favoritos son la familia Anelio, Tella y Anderson. Esta joven pareja, él 39, ella 28 años y casi 3 el pequeño Anderson, vivirán durante 5 meses en Nuinudup, isla propiedad de la familia de Tella y muy próximo al fondeo del Mola con quien han hecho muy buenas migas. Si bien Anelio es muy dicharachero y entusiasta narrador de historias propias y de la tribu Guna,Tella responde más al carácter típico de la mujer guna, reservada, sin dirigir palabra (no habla español, pero sospechamos que sí sabe, y desde luego que lo entiende) o mirada a extraños. Sin embargo, Tella rompe este molde siempre que se descuida y regala alguna sonrisa. El pequeño Anderson es un niño de casi 3 años que sólo transmite felicidad cuando corre desnudo por la isla, revolcándose en la arena, sentado quietin en la proa del cayuco de su padre o cogiendo por una pata a una cría de tortuga para enseñarla. Viste ocasionalmente con la camiseta del Real Madrid (no se lo pierdan) con el culo al aire ya que no tiene, y probablemente no quiera tener, el pantalón reglamentario. A casi 9.000 km de España en una isla prácticamente desierta también esta familia vive la rivalidad entre el Real Madrid, equipo de Anelio, y el Barcelona FC, equipo de Tella. Sorprendidos? Aún lo estarán más cuando sepan que en Nuinudup no hay electricidad y mucho menos TV. Al pequeño Anderson todo esto le trae al pairo, prefiere ir en pelotas y feliz por la vida y si algún día alguien le trae una camiseta de Barça seguro que se la pone o no, como la otra.

Bea con Anderson. Al fondo Neta a lo suyo.



Anelio y Anderson


Sin duda mi foto favorita de todas, y sólo lamento no haber estado presente cuando se hizo: Tella vestida de gala por primera vez en el Mola y creo que también en un barco occidental. Ojea una guía sobre San Blas viendo por primera vez las islas de su pueblo desde el aire y reconociendo a las personas que salen en el libro. Anelio y Anderson a su lado.




                                                               La familia Anelio, Tella y Anderson de paseo.


Mis anfitriones



Me acerco al fin de mi relato y he dejado lo mejor para el final. Empiezo por el Capitán Bones (cuando lo vean en las fotos sabrán el por qué de su nombre) no por otra razón que la del debido respeto a la jerarquía marina y también por empezar, sin más. Edu es un crack! Tranquilo e inquieto a la vez (no soy capaz de entender cómo lo consigue), natural 100 %, agudo y atento. Del amor que siente por su Segundo a bordo, por Neta y por todo lo que le rodea, se percata uno en cuanto pisa la cubierta del Mola. Gran navegante, ñapas más que apañao, chef exigente que ya quisiera Chicote y sabio conocedor de cada uno de los secretos de la pesca en alta mar. De todo ello puedo dar debida fe. Viste con orgullo unos calzoncillos largos muticolor, fiel reflejo de su chispa y sana coña marinera. Ha sido un placer descubrir al Capi y comprobar con él que hay miradas que lo dicen todo. Un abrazo, capitán!





La Segundo a bordo Chinasky (el nombre es de ella, el título se lo he puesto yo) hace más que honor a su rango, de hecho lo hace desparecer. Con el Capitán Bones forma una pareja armónica de perfecto engranaje en la que únicamente el amor incondicional da las órdenes en el día día de su vida. Dulce y fuerte (pude comprobar que ambas son compatibles), sensible y entregada con los suyos tiene las ideas muy claras y sabe defenderlas. En más de una ocasión me he pillado pensando lo poco que le he dado a esta muchacha en 4 años de residencia en el hospital y lo mucho que ella me ha enseñado en una semana. Y no me refiero a que bucea con elegancia, cocina con creatividad (célebres son sus ensaladas) y conoce a la perfección la flora y fauna marina que ya quisiera el viejo Cousteau. Para mayor gloria, está, sigue estando (muchos ya lo sabíamos), tremenda y con el moreno total (creo) que luce ahora, no me queda más que alegrarme por todos aquellos que tengan la ocasión de verla y por el canalla del Capitán que podrá navegar más allá. Un beso, Bea!





Last but not least, la vigía Neta. Un can 100 % marino! Bien conocida en todo San Blas por alertar estruendosamente a todas las embarcaciones que se acercan al Mola, no vaya ser que no los hayan visto y provoquen una colisión. Lástima que sus sonoros esfuerzos de vigía también los lleva a cabo durante la pesca en la que jalea ruidosamente, y para resignada desesperación del capitán, cada uno de sus lances con la caña. Noble, obediente con algún que otro toque de locura, son célebres sus acrobáticas posturas de relax durante los periodos de descanso de su frenética actividad vigilante. Ehhhh, pues, Guau, guau, Neta!




Y hasta aquí hemos llegado, suponiendo que Uds aún están ahí. Si es así, gracias por inspirarme a escribir estas palabras que, reconozco, he hecho pensando en mis amigos.



Gracias Bea, Gracias Edu !!!


viernes, 5 de diciembre de 2014

THE SONIC RACE. Rock and surf

Teníamos 16 años y todavía la música llegaba por otros cauces.
Las cintas PDF, de hierro, de cromo, las grabaciones en casa poniendo el ecualizador al medio.
Entonces empezamos a interesarnos por grupos de música que veíamos en los videos de surf australianos: Celibate Riffles, Radio Birdman, Ed Keupeer, The Saints…No era nada fácil conseguir esa música. Alguna la pedíamos directamente a Australia, en Lp’s, que luego escuchábamos una y otra vez en el salón de nuestra casa, con mi hermano Dani, con Soto, Jano y Rafa. Otros discos y cintas nos llegaban a través de Adriano, al que surtía Alberto el de Otur, que con unos años más que nosotros y muy buen gusto musical tenía un buen armamento.
Al mismo tiempo una veintena de chavales de la misma generación se enganchaban en Navia, primero al skate y luego  al surfin. El buen estado de las rompientes de la zona nos permitía con las bicicletas surfear en la Barra de Navia, El Moro, Frejulfe y Barayo. Eramos adictos al surf y toda esta música era la banda sonora.
Simultáneamente varios grupos con influencias del punk-rock y del incipiente hardcore empezaban en Navia, entre ellos los míticos Xplosiv Joint, con temazos que todos nos sabíamos de memoria y nos gustaban tanto como los de Bad Religion.
Que suerte y privilegio poder verte envuelto en este panorama con tan corta edad.
Creo que para muchos de nosotros, o al menos para mí, esos años de mar, surf y música nos marcaron y nos engancharon para siempre al mar.
La música sigue corriendo entre nosotros y algunos como Jano, Rafa, Fede, Jorge Torero y Rudi se están trabajando un grupazo. The SONICRACE herederos de todo ese salitre y toda la música que nos gustaba, aderezada con guitarras poderosas.
Siempre he pensado que me gustaría escribir sobre esos años, sobre lo que pasó en Navia, así que aunque sea muy breve, que sirvan estas líneas como homenaje a esa generación.
Aprovecho para pediros un voto para SONIC RACE. Están intentando participar en el festival AZKENA ROCK y para eso necesitan votos.

Escuchar estos temazos y si os gustan echarles un cable votando.PINCHA AQUI